El libro Are Your Lights On es una guía concisa, divertida y muy práctica sobre la resolución de problemas.
Cuando nos enfrentamos a situaciones complejas, solemos lanzarnos a encontrar soluciones antes de centrarnos en definir el problema a resolver. Los autores sugieren una exploración más profunda del problema antes de buscar soluciones.
A continuación analizamos los puntos que hay que cuestionarse para entender qué problema tenemos delante.
¿Qué es un problema?
Los autores lo definen como la diferencia entre lo que se desea y lo que se percibe.
Imaginemos que los ascensores de un edificio con oficinas se colapsan cada mañana. Según los trabajadores, se desea una espera corta para los ascensores. Lo que se percibe es una espera demasiado larga.
Visto así, el problema podría resolverse cambiando los deseos o cambiando las percepciones. Podríamos alterar las percepciones acortando el tiempo de espera real o haciendo que el tiempo pareciera más corto.
Esta idea parece obvia pero conviene recordarla para plantearse qué problemas afrontamos en el día a día. Gran parte de los problemas que definimos desaparecen bajando nuestro nivel de sensibilidad.
Solución = Nuevo problema
Sólo cuando pensamos que tenemos la definición final del problema nos podemos engañar pensando que tenemos la solución final. Y si pensamos eso, siempre nos equivocamos, porque no existe la "solución final".
Cada solución es la fuente del problema siguiente. Nunca nos libramos de los problemas. Problemas, soluciones y nuevos problemas tejen una cadena interminable. Lo mejor que podemos esperar es que los problemas que sustituimos sean menos molestos que los que "resolvemos".
“Nunca sabemos lo que son realmente los problemas, hasta que ya no los tenemos”.
Encontrar el problema
A veces, hacemos que los problemas sean menos molestos poniéndolos en el patio trasero de otra persona. Esta técnica se denomina desplazamiento de problemas, y suele ser muy útil cuando se hace de forma consciente. Pero los nuevos problemas -la mayoría de las veces- se crean inconscientemente. A menudo observamos que lo más difícil de determinados problemas es reconocer su existencia.
Saber que tenemos un problema es una cuestión de sentimiento. Si sentimos que tenemos un problema, es que lo tenemos. Saber cuál es ese problema es otra cuestión. Sin duda, la mayoría de las personas con problemas también creen saber cuáles son. En esto, sin embargo, suelen equivocarse.
Definir el problema
Cuando tratamos de resumir el problema, tenemos que ser reflexivos. Si no somos capaces pensar en al menos tres cosas que podrían estar mal en nuestra comprensión del problema, no lo entendemos. Cientos de cosas pueden pasar por alto en la definición de cualquier problema. Si no podemos pensar ni siquiera en tres, lo único que dice es que no podemos, o no queremos pensar en absoluto.
Definir el problema es muy importante. Pequeños cambios de palabras pueden alterar sustancialmente la definición del problema. Debemos jugar con ella hasta que tenga sentido y esté en la mente de todos los afectados.
Sin embargo, ésta es una tarea que no termina: hay que ir comprobando que la definición nos impulse hacia la solución adecuada.
En el libro se habla del siguiente experimento para demostrar que cambios triviales en la definición de un problema pueden hacer que las respuestas o soluciones varíen mucho:
Al primer grupo de encuestados se les enseña un círculo y se les pregunta “Éste es un objeto muy familiar. ¿Qué es?”. Al segundo grupo se les dice lo mismo omitiendo la palabra “muy”. Y al tercer grupo se les omiten las palabras “muy” y “familiar”.
La inmensa mayoría de los encuestados del primer grupo dice "círculo". El porcentaje desciende cuando se omite la palabra "muy" y desciende aún más cuando desaparece la palabra "familiar".
Testear la solución
Otro de los puntos importantes es el de tener un pensamiento de primeros principios a la hora de pensar en una solución. Se trata de quedarse con los fundamentos y con la esencia de las cosas.
Los autores nos invitan a ver las situaciones que afrontamos desde la perspectiva de alguien que vive en otro país o que nunca ha oído hablar del tema en concreto. Testear con personas que no tienen el contexto es una forma fácil de entender lo bien que hemos definido un problema.
¿De quién es el problema?
Por último, es esencial cerrar la brecha entre la persona que experimenta el problema y la que lo resuelve. No debemos resolver los problemas de los demás cuando ellos mismos pueden resolverlos perfectamente. Si es su problema, tenemos que hacer que sea su problema.
Si una persona está en condiciones de hacer algo para solucionar un problema, pero no lo tiene, también tenemos que hacer algo para que lo tenga.
Se ha escuchado mucho: "Si no eres parte de la solución, eres parte del problema". Según los autores, tiene más sentido: "Si eres parte de la solución de hoy, entonces eres parte del problema de mañana".